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Nunca antes habíamos tenido acceso a tanta información. Y nunca antes, habíamos estado tan desinformados como ahora. Parece imposible, ¿verdad? Actualmente los canales y plataformas de información son muy diversos, de diferentes ideologías, diferentes contenidos, etc.
Como seres humanos racionales, buscamos aquel medio de comunicación que más se adecue a nuestra realidad, rechazando cualquier otro tipo de pensamiento que cuestione nuestro mapa mental. Pero, ¿esto no es engañarnos? Cuando hablamos de estar informados tendríamos que pensar en el proceso que seguimos para consumir información. ¿Qué hacemos para estar informados?
“…buscamos aquel medio de comunicación que más se adecue a nuestra realidad…”
De acuerdo con los tiempos que corren, las prisas se apoderan casi del control total de nuestro entorno e, incluso, de actuaciones propias. Teniendo en cuenta que el tiempo es escaso, algunos medios de comunicación, no todos, redes sociales, y otras plataformas interactivas apuestan por la creación de titulares totalmente capciosos. Titulares que son atractivos, pero faltan a la verdad.
Y cuando la verdad ya no resulta ser lo más importante para un medio de comunicación, ¿qué queda? El relato. En pleno siglo XXI el relato es el elemento capital, presente en la mayor parte de contenidos noticiables. Sin embargo, el más peligroso de todo es que adoptamos este relato como única verdad, aquella que más se aproxima a la nuestra. Un relato que no nos incomoda, por lo tanto la hacemos nuestra.
“En pleno siglo XXI el relato es el elemento capital, presente en la mayor parte de contenidos noticiables.”
¿Cómo luchamos para afrontar esta desinformación? Como ciudadanos, tenemos que tener el deseo y la obligación de contrastar cualquier información que consumimos. Incluso, hacerlo con medios de comunicación que cuentan con ideologías totalmente contrapuestas a la nuestra. De este modo, seremos capaces de configurar nuestro propio relato, en vez de aceptar el que ya nos viene dado.
Hace dos semanas, TV3 estrenó la nueva temporada de Sense Ficció con un primer programa titulado Manipulats. La tecnología y, todavía más, la inteligencia artificial ya está permitiendo manipular el contenido informativo.
Los expertos advierten que a partir del 2022 la mitad de las noticias que circulen y consumamos serán falsas. Ya es un hecho y, por lo tanto, realidad. De este modo, estar informado/da no es lo mismo que estar bien informado/da. Si la ciudadanía no exige el derecho a la información de calidad y transparencia, acabaremos viviendo en una sociedad contaminada por las temidas fake news.
“…A partir del 2022 la mitad de las noticias que circulen y consumimos serán falsas.”
La verdad ha dejado de confluir en nuestras vidas, dejando a la posverdad y el uso de las emociones para captar nuestra atención, hoy más preciada que nunca.
Ante esta realidad innegable, en nosotros recae buena parte de la responsabilidad de querer escoger, y discernir los elementos que pueden resultar ser falsos de los que no. La verdad es un derecho. Si no nos viene dado, lo tenemos que exigir.